– No soy pacifista porque la postura de rechazo absoluto a la violencia me parece ridícula e infantil. La violencia es una realidad inherente a la vida y tratar de eliminarla es, sencillamente, inútil. Si atendemos a una definición física de la violencia, se concluye que violencia es golpear un clavo con un martillo, no obstante, podemos decir que un león que caza a una gacela para comer está siendo violento. Lo máximo a lo que podemos aspirar como seres racionales es a tratar de eliminar de nuestras vidas las prácticas o actitudes violentas, para así, no ser al menos responsables de ella. No obstante, la violencia, igual que la paz, existirán siempre, pues se complementan y una no es posible sin la otra.

– No soy pacifista porque realmente deseo la paz mundial. ¿Contradictorio?, en absoluto. Como decía Jean Paul Sartre, en su obra «Situación de l’ ecrivin en 1947»: ‘Reconozco que la violencia, sea cual sea la forma bajo la que se manifiesta, es un fracaso. Pero es un fracaso inevitable, puesto que estamos en un mundo de violencia y si bien es cierto que el recurso a la violencia corre el riesgo de perpetuarla, también lo es que es el único modo de hacerla parar’. No podéis llamaros pacifistas si día a día con vuestra pasividad y vuestro conformismo, alimentáis y sustentáis a conciencia a una de las bestias más violentas y criminales de la historia: el capitalismo industrial.

– No soy pacifista porque el trabajo asalariado es un robo. Porque nos obligan a pagar por lo que según su declaración universal de los derechos humanos, es un derecho. Porque tenemos que humillarnos día a día en trabajos que odiamos para poder sobrevivir, para poder comer e hipotecar nuestra miserable vida (reducida a una existencia mediocre y servil y carente de fuerza, dignidad y rebeldía) para poder comprar un techo en el que pasar las horas muertas frente al televisor.

– No soy pacifista porque el Estado y el capital, con su estilo de vida enfermizo, frenético e injusto, nos somete a diario a dosis insoportables de violencia, a las cuales no obstante, y con el tiempo, la mayoría se ha vuelto impermeable. Si no te has vuelto impermeable, esa sociedad psiquiatrizada termina por enloquecerte y si finalmente tu mente no puede más y cometes alguna locura, en lugar de buscar la raíz de tu trastorno (el ritmo ilógico y asesino de esta sociedad), simplemente te arrojan a un vertedero carcelario, ya sea la prisión o el psiquiátrico, donde con palizas de los carceleros, torturas y medicación forzosa tratarán de domarte o te matarán en el intento, y tu nombre sólo será una cruz en el censo porque a nadie le preocupan lxs que mueren tras los muros, porque en este puto mundo civilizado las segundas oportunidades son un lujo demasiado caro.

– No soy pacifista porque sigue existiendo desigualdad y siguen existiendo el paro, las drogas, la cultura hetero-patriarcal, lxs animales torturadxs en plazas de toros o en mataderos y granjas industriales, el consumo de anti-depresivos para soportar la rutina, los insalubres hábitos alimentarios del/de la ciudadanx común, los desahucios, la xenofobia de la policía cuando detiene a un/a inmigrante por no tener papeles y le encarcelan en un CIE (sólo por intentar buscarse la vida lejos de la miseria que nuestra gran empresa ha provocado en sus países de origen), las guerras que libran las multinacionales por el control absoluto de los recursos, masacrando en el camino a pueblos y civilizaciones enteras, la artificialización de la vida y la imposición de los transgénicos y otros ejemplos de vomitivo progreso que sólo nos aleja más y más de nuestra autosuficiencia vendiendo nuestras almas al capitalismo y sus estructuras, de las cuales hemos de depender o morir etc…

– No soy pacifista porque soy consciente de que este mundo no se puede cambiar por las buenas y porque, como animal que soy, poseo un instinto natural que es la agresividad y no hay que confundir agresividad con violencia. La agresividad es un mecanismo de supervivencia innato en todxs nosotrxs que nos conduce a defendernos cuando sufrimos una agresión. Como ya he dicho, este sistema nos ataca varias veces a diario, sin embargo, nos enseña que la violencia sólo puede proceder de sus cuerpos de represión, de sus ejércitos y de sus élites burocráticas. Así se aseguran el monopolio sobre el aparato de la violencia. Como animal agresivo, elijo auto-defenderme.

– No soy pacifista porque todavía ninguna de esas personas que tanto charlatanean contra toda violencia ha sabido decirme cómo cambiaría el mundo y, lo más importante, no conozco a ninguna de esas personas que haga absolutamente nada por cambiarlo, es más, dan putos discursos desde el sofá, desde sus vidas de comodidades y bienestar, demostrando así que su retórica de paz y amor sólo existe porque el objeto diario del abuso de violencia del poder no son ellxs, porque no son sus casas las bombardeadas por la democrática OTAN, porque no son sus madres las que son prostituidas por la mafia para poder llevar comida a casa, porque no es su gente la que es tiroteada por la policía por buscar un estilo de vida digno lejos de la miseria que el reino de la mercancía les ha otorgado. Porque no son ellxs lxs que crecen entre tiroteos, droga y macrovertederos. Porque reciben videoconsolas y caros caprichos por navidad y no minas antipersona o fusiles de asalto. Por éso sois pacifistas, porque no tenéis ni puta idea del verdadero rostro de este sistema, ojos que no ven…

– No soy pacifista porque serlo implicaría aceptar de entrada la explotación y el asesinato de varios millones de personas cada año, sólo para que los privilegios de unxs cuantxs no estén en peligro.

Ahora dime, ¿tú por qué eres pacifista?.