Fue bajo la dictadura fascista donde se dio el tránsito desde la fiesta popular por participación a las formas mercantilizadas y adoctrinadoras de ocio, en las que el individuo es meramente un sujeto pasivo, un espectador aislado. Esta característica hace que sean aburridas y faltas de convivencialidad, lo que empuja a quienes ellas asisten al consumo frenético de alcohol, tabaco y sustancias narcóticas, precisamente para soportar una pretendida forma de solazarse que no es más que consumo y aleccionamiento, esto es, tedio, muermo y fastidio.
En las sociedades de la modernidad avanzada las gentes ya no saben divertirse y no lo logran porque no poseen libertad para auto-crear la fiesta, haciendo de ella un acto de cooperación, confraternización, creación y participación, lo que permitiría prescindir de tóxicos bebidos, fumados, inyectados o tomados, destinados a la evasión. En realidad, las multitudes de nuestra lamentable época ya no son capaces de pasarlo bien, pues se limitan a consumir lo que el poder constituido presenta como «diversión» y «fiesta», llevados de su proverbial docilidad y conformismo. De todo ello ha surgido Tristania, la actual sociedad, que es triste y tétrica en grado superlativo, un orden lúgrube en el que el alma humana tiende a desplomarse en la esperanza y la depresión. Véase, nos prometieron, las elites mandantes y sus voceros, una vida maravillosa, hecha de una exulante combinación de riqueza material y satisfacción ilimitada de todos los deseos y alegría a raudales, pero lo que realmente nos ha sido impuesta es una existencia insufrible e intolerable.
La conclusíon última es que al final del franquismo estaban dadas, por tanto, todas las condiciones para una explosión aterradora del hábito de la embriaguez. Así consiguen vernos tal y como quieren, sumisxs, adoctrinadxs y calladitxs para que no nos rebelemos. E incluso quienes se «rebelan» benefician a las elites ya que tienen un vicio de por medio, y una doctrina y dogma que seguir. Ya que les beneficia mas una noche de drogas que una noche por ejemplo de acciones.
Extraido del libro Borracheras No, de Felix Rodrigo Mora.
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